La banda planeaba un 'Lizarra 2' con las siglas de EA y un PNV «marginado»
«No nos hace ningún favor; son ellos los que tienen una gran angustia política», escribió ETA en 2008 sobre Eusko Alkartasuna
BILBAO
Los documentos muestran que Batasuna se iba a refundar en la primavera de 2010.La operación diseñada por ETA para este otoño de cara a la creación de un nuevo frente soberanista tenía previsto repetir los escenarios que en 1998 permitieron la creación del denominado Pacto de Lizarra, aunque con bastantes diferencias clave. Una de ellas era que la banda pretendía contar con las siglas de Eusko Alkartasuna (EA) como garantía para una hipotética legalización que les permitiera regresar a las instituciones. La segunda era que el plan pretendía ningunear al PNV, al que se pretendía dejar fuera de la iniciativa soberanista de tal forma que el partido liderado por Iñigo Urkullu dejase de ostentar «el estatus de primer interlocutor con el Estado».
Estos contactos, según los documentos de la banda, deberían haber fructificado para las elecciones europeas de junio de este año, pero la ilegalizada Batasuna, según el mismo texto, prefirió la opción de Iniciativa Internacionalista. ETA recriminó a la izquierda abertzale que no hubiera sabido conseguir las siglas de EA («Hostoa», como la denomina en sus textos internos).
La intención de la banda era forjar una 'alianza independentista' que incluía una refundación de Batasuna y al mismo tiempo, avanzar en la «construcción nacional». Al igual que en el Pacto de Lizarra, el acuerdo pretendía impulsar aspectos simbólicos como las selecciones vascas, la defensa de la oficialidad del euskera, la apuesta por reclamar el reagrupamiento de los presos etarras o la recuperación de organismos creados en el pasado acuerdo pacto de Lizarra como Udalbiltza, la agrupación de municipios vascos.
Según los propios documentos que figuran en el auto del juez Garzón, todo este proceso debía ser controlado por la izquierda abertzale «que debe tener el control de los tiempos y de los pasos que puedan ir madurando el proyecto de articulación». Los pasos establecidos, según un texto encontrado en poder del ex secretario general de LAB Rafa Díez Usabiaga, determinaban que el 25 de octubre -conmemoración del aniversario del Estatuto de Gernika- se llevase a cabo una reflexión conjunta de la izquierda abertzale y EA y el 3 de diciembre se presentase un acuerdo común. En ningún momento se recoge ningún tipo de condena de la violencia o de rechazo a la actitud de ETA. Para la primavera de 2010 estaba previsto que este «referente político» sustituyese a Batasuna, tras celebrar un congreso que permitiese crear un nuevo partido político.
«Desplazar» al PNV
Uno de los objetivos diseñados era «desplazar al PNV y adquirir centralidad política y social, eso sí, bien asentado sobre la reorganización específica y global de la izquierda abertzale», figura en un documento hallado en el despacho de Rafa Díez. La izquierda abertzale incluso había calculado incluso los tramos del electorado vasco que podrían acercarse a su iniciativa. «Sectores actuales del PNV, bases sociales de EA, 'tercer espacio', sindicalismo abertzale, independientes, sectores de izquierda», escriben.
En ese contexto, una de las obsesiones de la izquierda abertzale es dejar fuera de cualquier proyecto al partido jeltzale. En uno de los documentos del MLNV que cita el juez Garzón en su auto se detalla como el nuevo acuerdo soberanista «tiene una diferencia grande» con respecto a anteriores acuerdos como el de Lizarra. «La marginación del PNV, más concretamente, la automarginación». «Por lo tanto», añaden, «ese ofrecimiento para formar un bloque independentista va dirigido a los restantes ámbitos abertzales (agentes políticos, sociales y sindicales) y no al PNV».
El primer objetivo de la convergencia soberanista, en este sentido, era «disputar y quitar al PNV tanto la hegemonía en el ámbito abertzale como el estatus de primer interlocutor con el Estado». Esta estrategia preveía, asimismo, «fortalecer las fuerzas independentistas» de cara a un hipotético proceso de negociación con el Estado.
ETA, a la captura del 'tonto útil'
Los documentos incautados en el sindicato LAB el pasado martes indican un par de cosas: que ETA necesita al resto de las fuerzas soberanistas para que su estrategia no sea un "fracaso" -aunque esa necesidad no obsta para que quiera dominarlas, convirtiéndolas en flagrantes tontos útiles-; y que están equivocados quienes pensaban que los detenidos estaban buscando vías políticas para acabar con la violencia.
Una vez más, el anuncio que la izquierda abertzale preparaba para este otoño, y que se suponía que encerraba un alejamiento progresivo del terrorismo, sí incluye una condena de la violencia... pero no de la de ETA, sino la del Estado. Nada tiene que ver con un intento de solución.
Hace unos meses este periódico publicó los documentos incautados al dirigente etarra Ekaitz Sirvent . La estrategia de la organización entonces era liderar la "refundación de la izquierda abertzale" contando con EA, Aralar y con el sector soberanista del PNV. Sin embargo, ETA dejaba las cosas bien claras: para participar en este nuevo polo soberanista, en la creación de esa especie de Lizarra II (sin el PNV), había que aceptarla tal como es, con atentados.
El auto del juez Garzón recoge este documento y otros más recientes que inciden en la idea. "No podemos hacer una inversión en términos de Proceso Democrático para capitalizarlo en 200.000 votos de una nueva Batasuna. Eso sería un fracaso. Tenemos que ofrecer un cauce político institucional más amplio, desplazando al PNV y adquiriendo la centralidad política y social", sostiene ETA. Es decir, la reconstrucción de Batasuna no es suficiente.
A eso se entregaron Arnaldo Otegi, Rafael Diez Usabiaga - en su papel de organizador intelectual- y el resto de los detenidos. El mayor empeño lo pusieron en EA.